Creo que ya puedo decirlo: Soy una más. ¡El de la puerta del gimnasio me ha saludado hoy!Antes no lo hacía porque no daba un duro por mí y no le culpo. Con lo que sé ahora, yo también habría desconfiado de una que llega en chándal – al gimnasio en chándal, ¿a quién se le ocurre?- y con unas zapatillas de la temporada 1998-1999. Debió de pensar que iba a durar una clase, pero aquí estamos, ¡en zumba día 8! A lo mejor un día incluso se aprende mi nombre. Quién sabe, puede que hasta terminemos siendo amigos de Facebook.
Hoy he hecho otro descubrimiento: si escuchas la música en lugar de mirar fijamente a la profe, los pasos te salen mejor. Intentar copiar a La Diosa era un error. Los movimientos obscenos no se pueden imitar. Son una cosa muy personal, cada uno tiene los suyos. Y empiezo a entender a Paula. Ya sé por qué nos hace hacer tantos tipos diferentes de abdominales: cada uno duele en un sitio distinto. Lo he descubierto ahora que he dejado de hacer trampas y ya hago las series enteras de diez.¡Soy una más!