Recuerdo perfectamente el día que Dios dejó de interesarme porque fue el día que murió mi abuela Fina. Yo tenía 10 años y aquello me pareció una canallada imperdonable. Para entonces ya tenía el vestido de la primera comunión y por no plantar a toda la familia en el altar (y renunciar a los regalos) hicimos juntos ese último sacramento. Se equivocó tres pueblos, porque además, era con mi abuela con la que iba a misa. No se me olvidará nunca tampoco la vez que descubrí en la iglesia que ella movía la boca pero no cantaba. A mí me salió del alma un “¡abuela, no te la sabes!”, justo cuando terminaba la canción y la colleja que me dio se oyó en Malpica. El último recuerdo que tengo de ella, el que me pongo de vez en cuando, no es de cuando colaron a sus nietos en el hospital, sino de aquel día, cuando la miré de reojo para ver cómo de enfadada estaba y vi que tenía una sonrisa de oreja a oreja. Por mi culpa.
Los creyentes siguen perdonándole -terremotos, inundaciones, accidentes de tráfico, epidemias…- porque la fe es ciega, como los enamorados. Pasa en la religión, en el amor y en el fútbol: es difícil juzgar con objetividad al que te hace -o te hizo- feliz. Disponen de un margen de error más grande, suficiente para que yo recuerde aquella colleja con un cariño infinito; para que las parejas decidan convivir voluntariamente con los defectos de otro – o incluso para que los olviden completamente si les abandonan- y para que nadie queme la camiseta de su jugador favorito cuando se entera de que ganando chiquinientas veces más, ha decidido estafar chiquinientos euros a Hacienda.
El colmo de todo esto es Maradona. Dedicó buena parte de su vida, con obstinación y método, a autodestruirse. Pero el 25 de noviembre, cuando murió por cuarta o quinta vez, pero esta de forma irreversible, los fogonazos de genialidad se impusieron sobre los años tristes y patéticos. Los periódicos fueron a finales de los ochenta para escoger la foto de portada de la misma forma que millones de personas buscaron en internet los vídeos hipnóticos de la mejor etapa -el gol del siglo, el juego con la pelotita de papel albal, el calentamiento del Live is Life– en lugar de esos otros donde discute con unos niños o apenas se tiene en pie. “Bailaba rebien”, dice en el documental de Kapadia Claudia Villafañe, madre de dos de sus muchos hijos. “No sabéis lo que os habéis perdido”, pintó alguien en el muro del cementerio después de que Maradona regalara al Nápoles su primer scudetto. ¿Cómo no perdonar a Dios, que nos hizo tan felices?
De momento es un gas fétido, pero menos es nada. Lo atribuyen a “microbios suspendidos en las nubes” y aún así, el titular era alentador: Hallados posibles indicios de vida en Venus. Mis grupos de whatsapp echaban humo. “¿Y si el hombre de nuestras vidas está allí, esperándonos?”; “En este planeta yo no veo nada”. “¿Tendrán pulpo y empanada?”. “A ver cuándo me das un nieto”.
Era perfecto porque Venus es el planeta más cercano a La Tierra y varias de mis amigas se marean en los viajes largos. Si nos lanzábamos, siempre podríamos pactar con nuestro novio extraterrestre que unas navidades aquí y las siguientes en Venus. “En verano, como mucho bajamos al sur, a las Rías Baixas”. Luego vino lo de a qué estaría dispuesta a renunciar cada una, y aquí ya se dejaron ver las cobardes: “Pues marisco a lo mejor sí hay, pero pimientos de Padrón ya te digo yo que no”. “¿Pero tú que prefieres? ¿Pimientos o…?”. “La Estrella Galicia nos la llevamos de aquí y no te pongas estupenda que te he visto beber Cruzcampo sin rechistar”. Las peores, de todas formas, eran las escépticas, las que seguían leyendo el texto de la noticia: Venus es el gemelo infernal de la Tierra. Si un humano pudiese pisar su superficie moriría al instante. “400 grados… ¡Pero si tú vives en Madrid! ¡Pues habrá trajes especiales!”.
Yo solo digo una cosa: por lo menos en lo que se ve en la foto – tomada por la sonda japonesa UVI-, Venus, sin filtros, es bien bonito. “¡Hay que seguir leyendo!”: En comparación, las nubes altas de Venus parecen el Edén…. “Mira, dice una de las astrofísicas responsables del estudio: Si hay vida en Venus, la habrá en muchos otros lugares. “¡Es que os precipitáis!”. Y es imposible que la vivienda sea más cara que en Madrid. “Tía, un vestidor, ¡imagínate!”. Puede que tuviéramos que cambiar de aficiones, pero total ahora es como si no las tuviéramos: “¿Hace cuánto que no ves al de la oficina que te gusta?”.
Trabajo, de lo nuestro, siempre hay. Otra cosa son las condiciones. “A ver, habrá que contar lo que pasa allí y hacer que se peleen entre comunidades de microbios, ¿o va a haber café para todos?”. Ahí ya se fastidió: Torra; Puigdemont; “el Senado tendría que ser una verdadera cámara territorial”; la vuelta al cole; Marie Kondo; Gürtel; Filesa; Kitchen; los ERE; Venezuela; Tebas; con cebolla; sin cebolla; la tasa Google; Los taxis; VTC; Ponce; el cartel de Patria; la gala de los Goya; Woody Allen…
– Dream a little dream of me, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong
– Georgia in my mind, Ray Charles
– Siboney, Connie Francis
– The garden rules, Snow Patrol
– Way down we go, Kaleo
Paisaje:
Escaparates raros 1 …
2…
Y 3
Incidencias / observaciones
En mi paseo de hoy he jugado a pensar con qué novio me hubiera ido mejor en el confinamiento. Los he puesto mentalmente en fila, con una pegatina con su nombre en el pecho, y les he empezado a hacer preguntas como si fuera un concurso. Por ejemplo, tenían que hacer un menú semanal; decir qué harían si yo no puedo dormir; explicar cómo reaccionarían ante un ataque de morriña y enumerar las series que han visto en la cuarentena. Como el resultado no fue concluyente, luego apliqué una fórmula matemática: los multipliqué por el tiempo de relación y los dividí por los metros cuadrados disponibles cada vez.
Videollamadas: 1, con Pablo Casado y 20 periodistas más.
Consumo de móvil: 8 horas, 19 minutos.
Outfit: estreno mascarilla
Playlist:
– Lucille, Little Richard
– Green onions, Booker T & The M.G.’s
– You never can tell, Chuck Berry
– Come together, Ike & Tina Turner
– Money for nothing, Dire Straits
– Mustang Sally, Wilson Picket
– She’s a rainbow, The Rolling Stones
– As good as you’ve been to this world, Janis Joplin
– Fortunate son, Creedence Clearwater Revival
Paisaje:
Terraceo con listas de espera
(Casi) todo cambia
Incidencias / observaciones
– Me he sobreexcitado por el cambio de fase. Ayer apenas dormí de la emoción y, entre eso y el calor, me ha dado una pájara. Gatillazo total por bajada de tensión el primer día en Fase 1. Pese a todo, a las 21.30 he salido a hacer localizaciones para futuros encuentros con hasta diez amigos. Siento decir que habéis encontrado todas mis terrazas secretas.
– Una cosa os digo, salváis que soy plumilla y no policía porque hoy me hubiera forrado a poner multas. He visto besos entre claros no convivientes a punta pala. Creedme que en esto nadie siente más empatía que yo, que pienso sinceramente que si nadie me da un beso pronto me desintegraré, pero esto no es. Os habéis besado mucho y mal, mecánicamente, sin intención, que todavía es peor. Yo me estoy reservando para el beso del siglo. Os contaré.
Revista de prensa: la vicealcaldesa de Madrid inaugura una terraza
Y os parecerá raro cortar cintas para inaugurar una terraza, pero os recuerdo que Fraga inauguró una cascada:
(A petición de la Alianza, balance de la etapa fundacional)
Para nosotras, Madrid era un pueblo. Una pequeña aldea con nombre de algo más grande, Ciudad Universitaria, donde teníamos todo lo que necesitábamos. Durante años apenas hicimos alguna excursión al extranjero – el kinépolis, el centro comercial de La Vaguada…- y solo para comprobar que fuera no nos estábamos perdiendo nada. Habíamos llegado de otros sitios pequeños llamados provincias (A Coruña, Álava, Badajoz, Alicante…) y en los que se habían quedado nuestras familias, así que decidimos formar una nueva, paralela. ¿Qué es, si no, un grupo que se quiere y se conoce desde hace 20 años?
Vivíamos en un colegio mayor, el Mara, y el primer año tuvimos la suerte de que casi todas nuestras habitaciones- que llamábamos “el zulo”- estaban en el mismo pasillo. Al zulo de Ana, por ejemplo, íbamos a comer un lomo riquísimo que nos enviaban sus padres desde don Benito – desde aquí, otra vez, gracias-. Al de Almu, que tenia suite -al hacer esquina, su habitación tenía un par de metros cuadrados extra-, a organizar asambleas sobre el plan del viernes por la noche. En aquel pasillo, que estaba a la altura del patio, tuvimos dos plagas: una de hormigas (empezaron colonizando el lomo y se vinieron arriba) y otra, mucha peor, de cucarachas. Un día, Almu y yo intentamos matar a una en el pasillo disparándole desodorante a tres metros de distancia y gritándole para intimidarla. Lo recuerdo perfectamente porque fue el día que decidí que, si en algún momento, por lo que fuera, teníamos que organizar un gabinete de crisis, Blanca debía presidirlo. Salió desde su zulo, el 1, hasta el de Almu, el 9, en pijama -eran las siete de la mañana o así-; nos miró, miró a la cucaracha, y la mató con un golpe seco de zapatilla, a sangre fría. Almu y yo ni siquiera nos atrevimos a mover el cadáver.
Otra de nuestras grandes anécdotas fue cuando tuvimos mononucleosis. Fuimos cayendo como moscas, una detrás de otra, con “la enfermedad del beso”. Por aquel entonces, Laura llevaba una lista de besados, un ranking de ligues, que iba engordando según Ana nos hacía la pregunta por las mañanas. Al principio era: “¿Has cataoooo?” y luego, por influencia del lobby gallego – el más numeroso de la pandilla- terminó siendo: “¿Catasteee?”. No quiero presumir, pero en mi lista de besos llegó a estar Alfonso, el del Chaminade, un chico monísimo que estudiaba Medicina y nos gustó a todas a la vez. Las peor paradas de la mononucleosis fuimos Isa y yo. Ella porque tenía mucha fiebre y estuvo muy debilucha un par de meses, y yo porque me recetaron un antibiótico- al principio se pensó que lo mío eran anginas- que me provocó una reacción alérgica de escándalo. Digamos que una mañana amanecí con el cuerpo lleno de ronchas y mi aspecto era el de alguien que acaba de salir de un coche ardiendo. La excursión a urgencias es otro de los momentazos de la otan. En el hospital pensaron, emocionados, que lo mío era rubeola y llegaron varios médicos muy contentos desde distintas plantas porque nunca habían visto un caso. Una chica que llevaba un dorsal en el que se leía “PRÁCTICAS” tuvo que pincharme varias veces. La primera – a día de hoy no sabemos muy bien cómo lo hizo- , me manchó de sangre todo el brazo y la camisa. La cara de mis amigas cuando salí del análisis – ensangrentada y con mis ronchas de tercer grado- no se me olvidará nunca. También fue el día en que un médico un poco bruto me llevó a un saloncito que yo interpreté como el salón de las malas noticias y me dijo, antes de que yo empezara a llorar: “¿Te acompaña algún familiar?”. Para chafe de los médicos resultó ser- como había dicho mi tía Belén por teléfono- mononucleosis y no rubeola.
Otra de nuestras batallitas fue cuando hicimos de go-gos. Hoy lo pienso y no sé cómo me dejan escribir en el periódico. Un amigo de Laura nos consiguió el trabajito en una discoteca. Consistía en aparecer y hacerlo disfrazadas. Yo me puse el vestido de nochevieja, compré unos guantes largos en un chino y dije que iba “de Gilda”. Ana se puso su chaleco vaquero de ligar y dijo que iba “de vaquera”. Para el resto de la pandilla hicimos acopio de material. Quedó sin asignar el “de hawaiana”, que consistía en un bikini y una falda de tiritas de papel amarillas. Estuvimos un tiempo discutiendo sobre si dejar ese para Paula – que no había estado presente en el brainstorming– era de justicia; si íbamos a dejar así como así que una di noi saliera a la calle medio en pelotas. Pero para nuestra sorpresa, cuando Paula llegó – probablemente, de unas tortitas con Tkachenko en el VIPS- le encantó el disfraz y nos dio muchas veces las gracias. ¿Quiénes éramos nosotras para quitarle la ilusión?
Hicimos una entrada triunfal -eso era algo que teníamos muy perfeccionado-, pero a partir de ahí no debimos ser muy competentes porque a la hora o así aparecieron gogos profesionales, de verdad. Eran tres chicas diez años mayores que nosotras en tanga y sujetador blanco. Luego comprendí por una cruz roja que llevaban en la frente que iban “de enfermeras”. Nos subieron de la mano a la tarima de la discoteca y empezaron a lanzar condones a la pista de baile. Imaginad el bochorno de Gilda. Al final, nos pagaron en especies -copas- y risas. Sinceramente, me pareció lo justo.
Teníamos novios y/o amigos en todos los colegios mayores, lo cual quería decir que había fiesta SIEMPRE. Además de las convencionales (carnaval, San Patricio, etc), estaban las autonómicas (fiesta andaluza, fiesta de Galicia…) y mis favoritas: fiesta porque sí. En nuestro colegio mayor podías salir hasta las siete de la mañana. Si querías seguir después de esa hora, había que desplazarse del lugar en el que estuvieras hasta el Mara para firmar en un papel y volverte a ir. Si no lo hacías te ponían falta grave y cuando acumulabas tres, te echaban. Cada mes enviaban a casa el listado con las veces que habías “firmado”, pero la época en la que más salí de mi vida también coincidió con la época en la que me pusieron más sobresalientes y matrículas de honor, así que mi padre nunca comentó nada del parte. No daré nombres, pero un miembro de la otan se quedó dormida una vez cerca, pero fuera del Mara, y nos despertaron en el colegio preguntando que dónde estaba. Fuimos a buscarla al colegio mayor de la última fiesta, gritando su nombre por los pasillos, hasta que oímos su vocecita. Fue lo que se dice una falta grave amortizada.
Cuando no había fiesta en los colegios mayores, quedábamos en el parque Almansa, donde se hacían botellones masivos. El botellón en sí es una cosa bastante ordinaria, pero nosotras nos preparábamos para ir al parque como si fuera una gala de los óscar. Hemos llegado a subir con sandalias de swarovski – a 3 grados en Madrid- y abrigos de doctor Zhivago. Hacíamos una entrada triunfal porque mis amigas eran – y son- como un catálogo de Victoria Secret, y luego nos poníamos en nuestro árbol – siempre el mismo- para recibir al pueblo. Después nos desplazábamos hasta una discoteca llamada CATS donde disponíamos de una cosa llamada “carné de señorita” que suena peor de lo que es. Consistía, básicamente, en que entrábamos y bebíamos gratis porque el local -atención- nos consideraba un reclamo. Sé que esto es políticamente incorrecto, y me crucificarán – con razón- mis camaradas feministas, pero a mí, tener ese carné me hacía bastante ilusión, la verdad.
También habría que contar cuando nos colamos en la gala de los Goya y terminamos sentadas en el patio de butacas -y el cocktail posterior-mientras uno de los premiados se quejaba porque no había podido llevar a sus padres a la ceremonia. Nadie nos preguntó nada porque entramos con la misma actitud que llegábamos al parque Almansa y los mismos modelazos. Ya ha prescrito, pero igualmente pido desde aquí perdón a la Academia.
En el colegio convivíamos con 200 niñas. Al principio (año 1999), no todo el mundo tenía móvil y nos llamaban a un teléfono que estaba en el pasillo. Para avisarnos de que la llamada era para nosotras sonaba en los zulos un ruido infernal que daba unos sustos de muerte: lo llamábamos “la chicharra”. Era muy común pasar por el pasillo y ver a Lorea hablar a toda velocidad con sus padres en euskera. Luego le costaba un rato hacer la transición y entraba en alguna habitación y decía, por ejemplo: “No saquéis mucho ruido” o “quedamos en el cruzaje”. Con Lorea aprendí que su nombre significa “flor” y que “tormenta” se dice Ekaitz, que era su novio. Tormenta era, sin embargo, un pedazo de pan. Y Lorea también. Se le atascó la anatomía de primero. La pobre se examinó no sé cuántas veces de la asignatura. Un día llegó al comedor corriendo y nos dijo que por fin había aprobado. La otan se puso en pie, cogió sus tenedores, empezó a golpear los vasos, y anunció la buena noticia al resto del colegio. Todo el comedor empezó a aplaudir a Lorea, que lloraba con hipos de emoción. Luego nos dejó chocolate y gominolas de la cafetería – un sitio donde pidieras lo que pidieras, todo sabía a bacon-, en nuestros zulos.
Al tercer año, la otan se repartió en distintos pisos. Salvo yo, que pasé el lustro de la carrera en el colegio mayor porque tenía una beca por la que resultaba mucho más barato vivir allí y comer del rancho. Terminé siendo la veterana de las veteranas (con dos faltas graves).
Decidí llamarnos la otan porque funcionamos enseguida como un bloque: Estados distintos unidos para afrontar lo que viniera. Ellas hicieron magia y consiguieron que la peor época de mi vida fuera también la mejor. Entre las fiestas de disfraces, los exámenes, las preocupaciones más o menos fáciles, llegaron las pérdidas, las amenazas reales. Y cada vez respondimos, como dice el artículo cinco del tratado de la Alianza Atlántica, como uno solo. Lo hemos pasado muy bien. Pero también muy mal. Es lo que hace que un conjunto (una pareja, una familia), sea indestructible.
Hito: hoy se ha aprobado la quinta prórroga del estado de alarma. Hace 68 días de la vieja normalidad.
Pasos: 6.310
Horario: 21.45 a 22.45
Consumo de móvil: 9 horas, 58 minutos
Videollamadas: 1 con 7 personas (todas en fase 1 menos yo).
Playlist:
– Low mist, Day 1, Ludovico
– Nuvole nere, Ludovico
– Ora, Ludovico
– The dance, Lambert
– Divenire, Ludovico
– Ascent, Day 1, Ludovico
– Naval, Yann Tiersen
– Matches- Day 1, Ludovico
– The sacrifice, Michael Nyman
– Seven days Walking, Ludovico
– The promise, Michael Nyman
Paisaje:
1. Ambiente… cargadito
2. Poesía urbana
3. Diversificando
Observaciones / incidencias:
– Ella va paseando por su franja horaria, con su mascarilla, un poquito de sombra de ojos y pestañas de cine. De repente oye unos gritos que salen de un balcón justo antes de tres vinilos, una cazadora y una raqueta. Se enfada bastante porque al fin y al cabo la raqueta podía haberle caído en la cabeza, pero entonces ve los discos: son todos de Marvin Gaye. Piensa en llevárselos, como indemnización, hasta que baja su dueño arrastrando una maleta. El chico es como le gustan a ella: casi guapos. Él pregunta, muy preocupado, si le han hecho daño sus objetos volantes. Ella, que cuál es su canción de Marvin favorita. Él le cuenta que llevaba ya dos prórrogas del estado de alarma bastante mal con su novia porque la pilló ligando ligando con el del balcón de al lado varías veces a las tantas de la mañana, sin aplausos ni nada, y que cuando le preguntó si tenían algo, le había hecho esa de “no voy a dignificar tu pregunta con una respuesta”. Cuando miraron hacia arriba, ya estaban los dos en el mismo balcón, delinquiendo. Ella trata de animarlo y le dice que mejor ahora, en la fase 0, que en la 4, cuando llegue la nueva normalidad. Él le da la razón y la invita a una caña en una terraza cuando llegue la 1. Suena algo de la Motown, probablemente del propio Marvin. Yo lo soñé ayer, pero alguien tiene que estar rodando esto ya.
Deberes:
– Subir la intensidad de las sesiones de zumba y sentadillas porque me pilla el toro para entrar en la fase 1.
Hito: dos meses desde que se decretó el estado de alarma.
Videollamadas: 1 con 5 personas (todas en fase 1 menos yo).
Consumo de móvil: 10 horas, 43 minutos (hoy tuvimos sesión de control y comisiones varias).
Outfit: vaqueros, jersey suave, gabardina de cuadritos, mascarilla (¿A vosotros también os hace orejas de soplillo o me la pongo mal? Los tutoriales no hablan de esto).
Playlist:
– Don’t wait too long, Madeleine Peyroux
– Taking over, Joe Goddard
– Lost, Frank Ocean
– Georgia, Tiggs da Author
– Told you so, Cameo culture
– Bleu, Worakls
– Somos dos, Bomba Estéreo
– On hold, The xx
– Plage isolée, Polo & Pan
Paisaje:
Dadme tiempo…
¿Si llamas, viene él? Si no, es publicidad engañosa de la Casa de Comidas.
Hoy Velarde tuvo visita…
Mentireiros…
Incidencias:
– Estos días de paseo, he visto que muchos habéis colgado guirnaldas y que en algunos balcones hay happy hour, os lo pasáis fenomenal y ligáis sin parar. Solo quiero deciros, desde mi patio interior, que no me dais ninguna envidia. Cero. O sea, es que ni lo voy a comentar.
– Se cumplen dos meses del estado de alarma y he hecho balance mentalmente durante el paseo. Definitivamente, desaproveché mis últimos días de libertad y subestimé a toda esa gente que me daba de comer (ahora que sé lo que es cocinar, no me explico cómo son tan baratos los platos). Me duele más aún el penalti en Vallecas al final del segundo tiempo (último partido que vi en el campo) y siendo muy besucona, creo que no di los besos suficientes. Tiene que ver con que no elegí muy bien las compañías -pasé más tiempo entre leones que entre seres queridos o atractivos- y con que pensé que tenía mucho margen para darlos. Te confías y al final, empate. Nunca máis.
Hito: Primera semana con licencia para pasear. Periodismo de datos:
Pasos: 9.220
Horario: 21 a 22.40
Outfit: vaqueros, jersey de lunares que compré el verano pasado en mercadillo de Portonovo, chaqueta suave, pelo mojado, raya del ojo (es sábado).
Playlist. Hoy pocas canciones porque me llamó mi amigo David in itinere y volvimos a jugar a arreglar el periodismo (y mi vida)
– Don`t stop `till you get enaugh, Michael Jackson
– Bongo Bong, Manu Chao
– Feel it still, Portugal. The man
– Muy tranquilo, Gramatik
– Crystalised, The xx
Paisaje:
1. Como sois muchos, me he escondido un rato aquí, en la calle del Codo. En Madrid Secreto luego he descubierto que se llama así por sus escasos 75 metros de longitud y por la forma que tiene, “creando casi un ángulo de 90 grados”. El nombre se lo puso el Marqués de Grabal a principios del siglo XVIII. También cuenta que Alatriste quedó con varios para pegarse justo ahí y que Quevedo, al parecer, la utilizaba para orinar (es oscura y estrecha) cuando volvía de las tabernas de alrededor. Pero no solo eso. Cuenta Madrid secreto: “El escritor siempre elegía el mismo portal de la calle, por lo que algún vecino cansado con la situación pintó una cruz con un mensaje: «No se mea donde hay una cruz” Quevedo tuneó el mensaje: “No se coloca una cruz donde se mea». No hay forma de contrastar.
2. Primera vez que lo veo a la luz del día:
3. Ambiente… ¿navideño?
4. Promesas…
5. Y más promesas
Incidencias:
1. No os lo vais a creer, pero me he encontrado más seres queridos. Hoy iban en bici (ellos). Emoción máxima al oír gritar mi nombre en exteriores. Aquí la prueba. Saludarse con el codo. El mundo está loco, loco.
2. Como he ido hablando con David casi todo el paseo, me he perdido y he aparecido en un sitio donde revoloteaban un montón de murciélagos. No me cabe en la cabeza que todo esto haya empezado comiéndoselos.
Deberes:
1. Alquilar una bici.
2. Aprender a cocinar todas las cosas que me han llegado hoy y que he pedido creyendo que sabía de lo que hablaba.
Outfit: Un jersey de yoga que en su día compré porque era muy suave, no porque hiciera yoga; vaqueros, coleta, cara-pan. Estreno lentillas.
Playlist:
– Grandma`s hands, Bill Withers
– Some unholy war, Amy Winehouse
– Louie, Louie, Ike & Tina Turner
– For what it`s worth, Buffalo Springfield
– Sweet Home Alabama, Lynyrd Skynyrd
– What a man, Linda Lyndell
– Boom Boom, John Lee Hooker
– Lets stay together, Al Green
– Hold on, I`m coming, Sam & Dave
– Respect, Aretha Franklin
Paisaje:
He hecho la ruta de los viernes. Cenar aquí con mis amigos…
Bailar aquí con lo que surja…
Dios aprieta… pero no ahoga
Incidencias
1. La desescalada es un poco como Nochevieja, aunque todos vayamos peor vestidos. El 31 de diciembre haces propósitos de año nuevo y ahora haces propósitos para la fase 1, la 2, la 3 y la 4. Yo tengo ya cerrado hasta finales de junio: quedadas varias de 10; ruta de terrazas secretas; excursiones a casas rurales dentro del área sanitaria; y aprender a tocar esto que me he encontrado en mi paseo. Mirad qué monada
2. No me vais a creer, pero me he encontrado con ¡dos! seres queridos en la calle. Madrid en desescalada es como Coruña, pero sin mar: Conoces a todo el mundo en tu kilómetro, aunque sea de cara.
Deberes:
– Apuntar todos los consejos que me han dado para freír el huevo perfecto. Tengo a toda la familia de sangre y a la incorporada involucrada en la operación. Empieza a haber mucha presión en la grada, pero no pienso fallar.
– Comprar y utilizar crema de manos. Se me están borrando las huellas dactilares de tanto lavarlas.
Videoconferencias: 1 (con 10 personas y dos perros)
Outfit: un polo que no es mío, vaqueros, melena Pocahontas.
Playlist:
– Wild thing, The Troggs
– Place your hands, Reef
– Feelin’ Alright, Joe Cocker
– Sweet child 0’mine, Guns N’ Roses
– Unbelievable, EMF
– Back in Black, AC/ DC
– Brothers in arms, Dire Straits
– I need a man to love, Janis Joplin
– All day and all of the night, The Kinks
– Little Wing, Jimi Hendrix
– Fortunate son, Creedence Clearwater Revival
Paisaje…
Bares, qué lugares
New arrivals
Adaptándose…
Balconing
Necesitamos… frases nuevas. Ahí ponía: “La última y nos vamos”
Dios aprieta…
…Pero no ahoga
Todo va sobre ruedas
Incidencias:
– La política me persigue
– Me he asustado al oír un ruidito pensando que era mi cadera, pero afortunadamente resultó ser la cadena del bolso.
– He visto a una pareja de chavales dándose el lote en un portal. Claramente no eran convivientes porque debían tener 16 años y he entendido por primera vez el síndrome de los policías de balcón -mi patio es interior y no veo las infracciones-. ¿Tenía ganas de darles un susto? Sí. Pero me contuve.
Deberes:
– Empezar la Operación Fase 4 y adelgazar
Revista de prensa:
Perfil de Fernando Simón realizado por Christian Flores